HISTORIA DE NEUQUÉN
El nacimiento y la historia de la
ciudad de Neuquén están íntimamente ligadas a dos acontecimientos: la campaña
militar al desierto y la llegada del ferrocarril.
La Campaña al desierto
La 1º División, al mando del
Ministro de Guerra, General Julio Argentino Roca, salió desde Buenos Aires el
día 16 de abril de 1879 con rumbo oeste, sudoeste (para reunirse en lo que
luego sería territorio neuquino con la 4° división).
El grupo estaba compuesto por soldados,
secretarios, exploradores científicos, sacerdotes misioneros, ciudadanos y
trabajadores.
La llegada a la confluencia de los ríos Limay
y Neuquén se produjo el día 11 de junio de 1879. Según palabras del General
Ignacio Fotheringham, “las tropas habían acampado una legua más arriba de la
confluencia del Neuquén con el Limay, casi en el paso conocido por los indios y
viajeros como paso Comohue, que quiere decir en lengua araucana abrevadero,
porque era el lugar apropiado para hacer beber a los animales”.
Sobre este lugar, el Coronel
Manuel José Olascoaga menciona: “contra la ribera opuesta se levanta una sierra
de aspecto terroso, bautizada como Sierra Roca”. Según las crónicas de
Olascoaga sobre la campaña, el primero en cruzar el río Neuquén fue el General
Fotheringham sobre su caballo. Recordemos que era un frío día de mediados de
junio, y Fotheringham rechazó el premio de 2.000 pesos que había ofrecido Roca
al primero que cruzara el río. Por esto, ese paso fue bautizado como Paso
Fotheringham, sitio en el que actualmente se encuentran los puentes carreteros
y el ferroviario. Ese día, el General Julio Argentino Roca escribe desde la
confluencia al presidente de la república, Nicolás Avellaneda:
“Señor Presidente de la República: Puedo
anunciar a V.E. que se acaba de dar cumplimiento a la Ley que disponía el
establecimiento de las líneas de fronteras en las márgenes de los ríos Negro y
Neuquén. Los pocos indios que quedan en la pampa y que son acosados por todas
partes por nuestras tropas, quedan cortados de las tribus de las manzanas y de
los indios chilenos. Dentro de poco tiempo no se tendrá ni idea siquiera de lo
que eran esas invasiones, verdaderas avalanchas de centauros que se lanzaban
sobre las poblaciones, los ganados y los caminos, esparciendo el terror y la
muerte por todas partes. El territorio conquistado es más rico y de mayor
porvenir para la República. Lo que nos imaginábamos. Le región más rica, la
llena de novedades, la más pintoresca es ese triángulo que forman el Neuquén,
el Limay y los Andes: el encantado país de las manzanas. Pronto tendrá el gusto
de presentarle personalmente sus respetos, su servidor y amigo Julio A. Roca”.
La segunda Conquista
A partir de 1880, el Estado
Nacional comenzó a organizar la tierra incorporada en la campaña militar. Era
necesario administrar el territorio, fundar pueblos, radicar poblaciones. La
ciudad, las familias y el trabajo eran la segunda conquista del desierto. Esta
era la etapa de exploración y mensura, que estuvo a cargo de la Oficina
Topográfica Militar, cuyo director fue el citado Coronel Manuel José Olascoaga.
El 18 de octubre de 1884 se sanciona la ley 1532, por la cual se crean los
territorios nacionales de la Patagonia, entre ellos, el Territorio Nacional del
Neuquén.
Olascoaga fue designado como el
primer gobernador.
Manuel José Olascoaga |
La idea de poblar los territorios cercanos a
la cordillera se fundaba en la necesidad de poner fin al uso de esas tierras
por parte de las poblaciones chilenas y al tráfico de animales desde las pampas
argentinas a través de los pasos cordilleranos. Por otro lado, se había
producido un cambio de interés desde el comercio con chile a las relaciones
trasatlánticas. Por esto, se extienden las líneas del ferrocarril hasta la
confluencia.
Con la construcción del puente
ferroviario, el territorio neuquino quedó finalmente conectado con Bahía
Blanca. Las pruebas de resistencia del puente se hicieron el 26 de junio de
1901, y el 12 de julio de 1902 quedó autorizada la empresa ferroviaria para
realizar el servicio hasta la estación Neuquén.
En 1903 asume la gobernación del territorio el
señor Carlos Bouquet Roldán y decide el traslado de la capital desde Chos
Malal, donde se encontraba, hasta la confluencia. Este sitio resultaba un lugar
estratégico en cuanto a las comunicaciones entre la cordillera y los puertos
del Atlántico. Confluían en él tres ríos navegables y la punta de rieles.
En este lugar ya existía un grupo
de viviendas de adobe por el año 1887, que se denominaba Paraje Confluencia.
Para 1903, la población del lugar llegaba a los 427 habitantes. El poblado
tenía el rol de receptor de las carretas que traían productos desde el interior
del territorio, para trasladarlos en tren hacia Bahía Blanca. Por lo cual, el
mayor movimiento se encontraba alrededor de la estación de ferrocarril. Bouquet
Roldán impulsó el traslado de la capital negociando con el Estado Nacional a
través del Ministro del Interior Joaquin V. Gonzalez. La construcción del
puente ferroviario no solucionó el problema de cruce del Río Neuquén para
transeúntes y carretas, ya que por este puente solo se podía pasar a pie
pisando por los durmientes por más de 450 metros.
El puente sobre el rio Neuquén fue construido en 1901
|
El primer servicio público de pasaje del Río
Neuquén (sobre una balsa), lo instaló el comerciante y funcionario Celestino
Dell´Anna, establecido en la barranca donde se asienta el actual puente
carretero, es decir, sobre el Paso Fotheringham.
Puede decirse que Dell´Anna
(Italiano), fue el primer poblador permanente y comerciante instalado en la
confluencia.
El ferrocarril fue símbolo del
fin del aislamiento para los habitantes de toda la región. Hoy, las vías forman
un corredor a lo largo del Parque Central de la ciudad de Neuquén que conserva
algunos edificios de la ex colonia ferroviaria restaurados y puestos en valor
como centros de actividades histórico–culturales, y que constituyen los
monumentos históricos más sobresalientes de esta ciudad y de la región, cuya
preservación es importante como legado histórico para toda la comunidad, porque
representan la fuerza generadora de urbanidad de los inicios de la ciudad.
Con la llegada del tren a la zona, el traslado
desde y hasta Buenos Aires pasó de durar 40 días (en carreta) a 37 horas.
Casi todas las tierras aledañas
al área ferroviaria de la futura capital eran propiedad de Casimiro Gomez (de
Buenos Aires), quien a su vez, era uno de los principales proveedores de
arneses y monturas del ejército nacional. Estas tierras le fueron compradas
para establecer la ciudad.
La ansiedad de Bouquet Roldán por instalarse
en la nueva capital era tal, que meses antes de inaugurarla oficialmente se
trasladó a la misma y durmió en carpa.
Mientras impartía ordenes al
gobernador interino (Eduardo Talero), que todavía se encontraba en Chos Malal,
con un ingeniero trazaban las futuras calles y el sitio donde se instalaría la
gobernación. El día de la inauguración, presidieron el acto el Ministro del
Interior Joaquin V. Gonzalez, el gobernador Bouquet Roldan y Eduardo Talero. Se
colocó la piedra fundamental de la pirámide fundacional y luego se trasladaron
a las inmediaciones de la casa de Dell’Anna, junto al puente ferroviario, para
un almuerzo campestre.
En la nueva capital, el comercio
y los trabajos relacionados con el ferrocarril hicieron crecer la población y
demandaron la existencia de escuela, capilla, hoteles, burdeles, almacenes,
etc.
A comienzos de 1903, una comisión femenina
solicitó la apertura de una escuela mixta en la estación Neuquén, pero no tuvo
éxito. Bouquet Roldán, retomó la misión y junto al inspector general de
enseñanza, Raúl Díaz, funda la primera escuela primaria, cuyo director y
maestro fue Eduardo Thames Alderete.
La capilla Nuestra Señora de los Dolores fue
inaugurada el 12 de septiembre de 1907 (tercer aniversario de la capital). Se
construyó con fondos colectados por la comisión pro hospital y templo. La obra
fue dirigida por el ingeniero Fernando Cerdeña. La Gobernación pagó los costos
de la ceremonia inaugural. Los padrinos fueron Casimiro Gomez y su esposa
Dolores Palmes de Gómez. Los primeros párrocos fueron Fabricio Soldano y José
María Brentana.
Los primeros hoteles de la ciudad fueron “La
Nacional” y el “Hotel Confluencia”, el primero era un almacén de ramos generales/hotel
ubicado en la esquina de la avenida Olascoaga y la calle Sarmiento, propiedad
del señor Pedro Linares. El Hotel Confluencia se instaló en 1906 en un local
propiedad de Casimiro Gomez. Los primeros dueños del hotel fueron los señores
Mango e Izquierdo. En 1908 se ampliaron las instalaciones y se hizo cargo del
lugar la firma Echeverria y Minayo. Cuando esta firma se disolvió, en 1911,
quedó para Martín Echeverría. En 1920, la firma Casimiro Gomez arrienda el
Hotel hasta 1941, anexándole bar, comedor, almacén y cine.
Imágen satelital del Alto Valle |
El paisaje urbano y las obras del Ferrocarril
del Sud, fueron desde el comienzo un indicativo para la localización de
servicios y comercios, quedando delimitado ya, para 1904, el pueblo en dos
zonas, el bajo en el sur y el alto hacia el norte de la cuidad. El centro, un
espacio isla, era propiedad de la empresa del ferrocarril y el paso entre ambos
sectores del pueblo estaba vedado por una tranquera que se abría y cerraba de
acuerdo a la voluntad de la empresa.
La división de la ciudad, producto del límite
físico impuesto por la empresa, duró hasta la década de 1930, cuando el
entonces intendente Amaranto Suarez enganchara la tranquera con una cuerda a un
tractor y la derribara.
El bajo tenía, durante el día, un
gran movimiento comercial en torno al ferrocarril, como los almacenes de ramos
generales, carnicerías y tiendas textiles.
El alto representó desde el
inicio de la ciudad la zona de más prestigio, la más cara, la cuna de la alta
sociedad neuquina. Aquí se construyeron, entre médanos y bardas, los edificios estatales
y las grandes casas.
Política
El primer concejo municipal se estableció en
marzo de 1906. Las elecciones determinaron que el presidente del cuerpo fuera
don Pedro Linares (Español, dueño de La Nacional). Los concejales fueron Miguel
Mango, Domingo Mazzoni, Joaquín Portela y José María Pérez.
Entre los temas más importantes que debía
resolver el concejo municipal de aquella época, estaban el trazado de calles,
la provisión de agua, la instalación de comercios, y la reglamentación del
faenamiento de animales.
El Chateaux Gris
En 1904 se realizó la obra del Chateaux Gris,
un chalet de madera donde funcionó la gobernación en los primeros años de la
ciudad. La empresa que lo construyó fue John Wright. Los materiales fueron
transportados por el Ferrocarril del Sud en forma gratuita desde Plaza
Constitución (casi 100 toneladas en materiales).
Luego de 1929, cuando la
gobernación se trasladó a su sitio actual-lo que hasta ese entonces era la
comisaría-, el Chateaux Gris albergó las oficinas del Juzgado de Paz, la
Municipalidad, el Registro Civil y la oficina de bosques, hasta que en 1950 fue
demolido.
Inmigración
Así como Argentina fue un polo de
atracción para los inmigrantes europeos que buscaban una mejor calidad de vida
que la que les podía ofrecer su viejo hogar, la Patagonia en general y Neuquén
en particular fueron grandes receptores de inmigrantes extranjeros y argentinos
que escapaban de la gran ciudad en busca de un futuro mejor. Llegaron a estas
tierras a trabajar, y con sudor y esfuerzo se dedicaron a producir en las chacras,
a criar ganado o a comerciar. Ellos fueron la base de la sociedad neuquina.
La vida en la zona durante los primeros años
del siglo XX no fue fácil, los vecinos debían luchar contra las inclemencias
del desierto sin las posibilidades tecnológicas que se poseen en la actualidad.
Los fuertes vientos creaban grandes problemas en las viviendas, formando
médanos que llegaban a tapar puertas y ventanas. La provisión de agua para el
consumo no era tarea sencilla, ya que los ríos no quedaban tan cerca.
En cuanto a la iluminación, los primeros años
de vida de la ciudad vieron el uso de farolas a kerosene, pero los fuertes
vientos solían apagar las llamas o romper las camisas que iluminaban, quedando
la ciudad a oscuras rápidamente.
Una frase de Paul Meyer dice:
“Todo lo que vívidamente imaginemos, ardientemente deseemos, sinceramente
creamos y entusiastamente emprendamos... inevitablemente sucederá”. Y así
sucedió con los impulsores del desarrollo en este pueblo. Fueron personas
comunes, no grandes e inalcanzables próceres, los que imaginaron una ciudad
moderna en un lugar donde dominaba el desierto, y a fuerza de trabajo se
pusieron en marcha para regalarnos la gran ciudad capital de la provincia.
Arriba Neuquén...
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