domingo, 11 de septiembre de 2011

Historia


HISTORIA DE NEUQUÉN

El nacimiento y la historia de la ciudad de Neuquén están íntimamente ligadas a dos acontecimientos: la campaña militar al desierto y la llegada del ferrocarril.
La Campaña al desierto
La 1º División, al mando del Ministro de Guerra, General Julio Argentino Roca, salió desde Buenos Aires el día 16 de abril de 1879 con rumbo oeste, sudoeste (para reunirse en lo que luego sería territorio neuquino con la 4° división).
 El grupo estaba compuesto por soldados, secretarios, exploradores científicos, sacerdotes misioneros, ciudadanos y trabajadores.

 La llegada a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén se produjo el día 11 de junio de 1879. Según palabras del General Ignacio Fotheringham, “las tropas habían acampado una legua más arriba de la confluencia del Neuquén con el Limay, casi en el paso conocido por los indios y viajeros como paso Comohue, que quiere decir en lengua araucana abrevadero, porque era el lugar apropiado para hacer beber a los animales”.
Sobre este lugar, el Coronel Manuel José Olascoaga menciona: “contra la ribera opuesta se levanta una sierra de aspecto terroso, bautizada como Sierra Roca”. Según las crónicas de Olascoaga sobre la campaña, el primero en cruzar el río Neuquén fue el General Fotheringham sobre su caballo. Recordemos que era un frío día de mediados de junio, y Fotheringham rechazó el premio de 2.000 pesos que había ofrecido Roca al primero que cruzara el río. Por esto, ese paso fue bautizado como Paso Fotheringham, sitio en el que actualmente se encuentran los puentes carreteros y el ferroviario. Ese día, el General Julio Argentino Roca escribe desde la confluencia al presidente de la república, Nicolás Avellaneda:

 “Señor Presidente de la República: Puedo anunciar a V.E. que se acaba de dar cumplimiento a la Ley que disponía el establecimiento de las líneas de fronteras en las márgenes de los ríos Negro y Neuquén. Los pocos indios que quedan en la pampa y que son acosados por todas partes por nuestras tropas, quedan cortados de las tribus de las manzanas y de los indios chilenos. Dentro de poco tiempo no se tendrá ni idea siquiera de lo que eran esas invasiones, verdaderas avalanchas de centauros que se lanzaban sobre las poblaciones, los ganados y los caminos, esparciendo el terror y la muerte por todas partes. El territorio conquistado es más rico y de mayor porvenir para la República. Lo que nos imaginábamos. Le región más rica, la llena de novedades, la más pintoresca es ese triángulo que forman el Neuquén, el Limay y los Andes: el encantado país de las manzanas. Pronto tendrá el gusto de presentarle personalmente sus respetos, su servidor y amigo Julio A. Roca”.


La segunda Conquista
A partir de 1880, el Estado Nacional comenzó a organizar la tierra incorporada en la campaña militar. Era necesario administrar el territorio, fundar pueblos, radicar poblaciones. La ciudad, las familias y el trabajo eran la segunda conquista del desierto. Esta era la etapa de exploración y mensura, que estuvo a cargo de la Oficina Topográfica Militar, cuyo director fue el citado Coronel Manuel José Olascoaga. El 18 de octubre de 1884 se sanciona la ley 1532, por la cual se crean los territorios nacionales de la Patagonia, entre ellos, el Territorio Nacional del Neuquén.
Olascoaga fue designado como el primer gobernador.
Manuel José Olascoaga
 La idea de poblar los territorios cercanos a la cordillera se fundaba en la necesidad de poner fin al uso de esas tierras por parte de las poblaciones chilenas y al tráfico de animales desde las pampas argentinas a través de los pasos cordilleranos. Por otro lado, se había producido un cambio de interés desde el comercio con chile a las relaciones trasatlánticas. Por esto, se extienden las líneas del ferrocarril hasta la confluencia.
Con la construcción del puente ferroviario, el territorio neuquino quedó finalmente conectado con Bahía Blanca. Las pruebas de resistencia del puente se hicieron el 26 de junio de 1901, y el 12 de julio de 1902 quedó autorizada la empresa ferroviaria para realizar el servicio hasta la estación Neuquén.
 En 1903 asume la gobernación del territorio el señor Carlos Bouquet Roldán y decide el traslado de la capital desde Chos Malal, donde se encontraba, hasta la confluencia. Este sitio resultaba un lugar estratégico en cuanto a las comunicaciones entre la cordillera y los puertos del Atlántico. Confluían en él tres ríos navegables y la punta de rieles.


El ferrocarril como eje de desarrollo de la región
En este lugar ya existía un grupo de viviendas de adobe por el año 1887, que se denominaba Paraje Confluencia. Para 1903, la población del lugar llegaba a los 427 habitantes. El poblado tenía el rol de receptor de las carretas que traían productos desde el interior del territorio, para trasladarlos en tren hacia Bahía Blanca. Por lo cual, el mayor movimiento se encontraba alrededor de la estación de ferrocarril. Bouquet Roldán impulsó el traslado de la capital negociando con el Estado Nacional a través del Ministro del Interior Joaquin V. Gonzalez. La construcción del puente ferroviario no solucionó el problema de cruce del Río Neuquén para transeúntes y carretas, ya que por este puente solo se podía pasar a pie pisando por los durmientes por más de 450 metros.
El puente sobre el rio Neuquén fue construido en 1901
 El primer servicio público de pasaje del Río Neuquén (sobre una balsa), lo instaló el comerciante y funcionario Celestino Dell´Anna, establecido en la barranca donde se asienta el actual puente carretero, es decir, sobre el Paso Fotheringham.
Puede decirse que Dell´Anna (Italiano), fue el primer poblador permanente y comerciante instalado en la confluencia.
El ferrocarril fue símbolo del fin del aislamiento para los habitantes de toda la región. Hoy, las vías forman un corredor a lo largo del Parque Central de la ciudad de Neuquén que conserva algunos edificios de la ex colonia ferroviaria restaurados y puestos en valor como centros de actividades histórico–culturales, y que constituyen los monumentos históricos más sobresalientes de esta ciudad y de la región, cuya preservación es importante como legado histórico para toda la comunidad, porque representan la fuerza generadora de urbanidad de los inicios de la ciudad.
Con la llegada del tren a la zona, el traslado desde y hasta Buenos Aires pasó de durar 40 días (en carreta) a 37 horas.
Casi todas las tierras aledañas al área ferroviaria de la futura capital eran propiedad de Casimiro Gomez (de Buenos Aires), quien a su vez, era uno de los principales proveedores de arneses y monturas del ejército nacional. Estas tierras le fueron compradas para establecer la ciudad.
La ansiedad de Bouquet Roldán por instalarse en la nueva capital era tal, que meses antes de inaugurarla oficialmente se trasladó a la misma y durmió en carpa.
Mientras impartía ordenes al gobernador interino (Eduardo Talero), que todavía se encontraba en Chos Malal, con un ingeniero trazaban las futuras calles y el sitio donde se instalaría la gobernación. El día de la inauguración, presidieron el acto el Ministro del Interior Joaquin V. Gonzalez, el gobernador Bouquet Roldan y Eduardo Talero. Se colocó la piedra fundamental de la pirámide fundacional y luego se trasladaron a las inmediaciones de la casa de Dell’Anna, junto al puente ferroviario, para un almuerzo campestre.
En la nueva capital, el comercio y los trabajos relacionados con el ferrocarril hicieron crecer la población y demandaron la existencia de escuela, capilla, hoteles, burdeles, almacenes, etc.

  A comienzos de 1903, una comisión femenina solicitó la apertura de una escuela mixta en la estación Neuquén, pero no tuvo éxito. Bouquet Roldán, retomó la misión y junto al inspector general de enseñanza, Raúl Díaz, funda la primera escuela primaria, cuyo director y maestro fue Eduardo Thames Alderete.
 La capilla Nuestra Señora de los Dolores fue inaugurada el 12 de septiembre de 1907 (tercer aniversario de la capital). Se construyó con fondos colectados por la comisión pro hospital y templo. La obra fue dirigida por el ingeniero Fernando Cerdeña. La Gobernación pagó los costos de la ceremonia inaugural. Los padrinos fueron Casimiro Gomez y su esposa Dolores Palmes de Gómez. Los primeros párrocos fueron Fabricio Soldano y José María Brentana.
 Los primeros hoteles de la ciudad fueron “La Nacional” y el “Hotel Confluencia”, el primero era un almacén de ramos generales/hotel ubicado en la esquina de la avenida Olascoaga y la calle Sarmiento, propiedad del señor Pedro Linares. El Hotel Confluencia se instaló en 1906 en un local propiedad de Casimiro Gomez. Los primeros dueños del hotel fueron los señores Mango e Izquierdo. En 1908 se ampliaron las instalaciones y se hizo cargo del lugar la firma Echeverria y Minayo. Cuando esta firma se disolvió, en 1911, quedó para Martín Echeverría. En 1920, la firma Casimiro Gomez arrienda el Hotel hasta 1941, anexándole bar, comedor, almacén y cine.


El Alto y el Bajo
Archivo:ISS008-E-6023 Pellegrini Lake, Neuquén River.jpg
Imágen satelital del Alto Valle
  El paisaje urbano y las obras del Ferrocarril del Sud, fueron desde el comienzo un indicativo para la localización de servicios y comercios, quedando delimitado ya, para 1904, el pueblo en dos zonas, el bajo en el sur y el alto hacia el norte de la cuidad. El centro, un espacio isla, era propiedad de la empresa del ferrocarril y el paso entre ambos sectores del pueblo estaba vedado por una tranquera que se abría y cerraba de acuerdo a la voluntad de la empresa.
 La división de la ciudad, producto del límite físico impuesto por la empresa, duró hasta la década de 1930, cuando el entonces intendente Amaranto Suarez enganchara la tranquera con una cuerda a un tractor y la derribara.
El bajo tenía, durante el día, un gran movimiento comercial en torno al ferrocarril, como los almacenes de ramos generales, carnicerías y tiendas textiles.
El alto representó desde el inicio de la ciudad la zona de más prestigio, la más cara, la cuna de la alta sociedad neuquina. Aquí se construyeron, entre médanos y bardas, los edificios estatales y las grandes casas.


Política
 El primer concejo municipal se estableció en marzo de 1906. Las elecciones determinaron que el presidente del cuerpo fuera don Pedro Linares (Español, dueño de La Nacional). Los concejales fueron Miguel Mango, Domingo Mazzoni, Joaquín Portela y José María Pérez.
 Entre los temas más importantes que debía resolver el concejo municipal de aquella época, estaban el trazado de calles, la provisión de agua, la instalación de comercios, y la reglamentación del faenamiento de animales.


El Chateaux Gris
 En 1904 se realizó la obra del Chateaux Gris, un chalet de madera donde funcionó la gobernación en los primeros años de la ciudad. La empresa que lo construyó fue John Wright. Los materiales fueron transportados por el Ferrocarril del Sud en forma gratuita desde Plaza Constitución (casi 100 toneladas en materiales).
Luego de 1929, cuando la gobernación se trasladó a su sitio actual-lo que hasta ese entonces era la comisaría-, el Chateaux Gris albergó las oficinas del Juzgado de Paz, la Municipalidad, el Registro Civil y la oficina de bosques, hasta que en 1950 fue demolido.


Inmigración
Así como Argentina fue un polo de atracción para los inmigrantes europeos que buscaban una mejor calidad de vida que la que les podía ofrecer su viejo hogar, la Patagonia en general y Neuquén en particular fueron grandes receptores de inmigrantes extranjeros y argentinos que escapaban de la gran ciudad en busca de un futuro mejor. Llegaron a estas tierras a trabajar, y con sudor y esfuerzo se dedicaron a producir en las chacras, a criar ganado o a comerciar. Ellos fueron la base de la sociedad neuquina.
 La vida en la zona durante los primeros años del siglo XX no fue fácil, los vecinos debían luchar contra las inclemencias del desierto sin las posibilidades tecnológicas que se poseen en la actualidad. Los fuertes vientos creaban grandes problemas en las viviendas, formando médanos que llegaban a tapar puertas y ventanas. La provisión de agua para el consumo no era tarea sencilla, ya que los ríos no quedaban tan cerca.
 En cuanto a la iluminación, los primeros años de vida de la ciudad vieron el uso de farolas a kerosene, pero los fuertes vientos solían apagar las llamas o romper las camisas que iluminaban, quedando la ciudad a oscuras rápidamente.

Una frase de Paul Meyer dice: “Todo lo que vívidamente imaginemos, ardientemente deseemos, sinceramente creamos y entusiastamente emprendamos... inevitablemente sucederá”. Y así sucedió con los impulsores del desarrollo en este pueblo. Fueron personas comunes, no grandes e inalcanzables próceres, los que imaginaron una ciudad moderna en un lugar donde dominaba el desierto, y a fuerza de trabajo se pusieron en marcha para regalarnos la gran ciudad capital de la provincia.

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